LA SABIDURIA DE LO ENFERMO:       Dr. Javier Martínez y Dra. Maria Jesús Clavera

Los Recintos de la Vida

Allí donde hay vida, cualquier forma de vida, encontramos un 'recinto', una 'cubierta' o 'habitación' donde se aloja y protege esa vida. Dentro de ese recinto, y precisamente en comparación con lo que ocurre fuera, es donde se manifiesta la 'vida'.

En las células, eso está muy claro: una 'membrana', más o menos esférica, delimita dos mundos muy distintos: lo que ocurre dentro de la célula de lo que ocurre fuera. La misma palabra 'célula' significa eso: 'celda' o 'pequeña habitación'. Dentro de la célula, las reacciones químicas ocurren con una velocidad, organización e inteligencia que supera en varios ordenes de magnitud a las que ocurren fuera, gracias a los fenómenos de 'catálisis', sabiamente dirigidos por estructuras que transportan información.

Pero los seres vivos no sólo vivimos unos al lado de otros, sino también unos dentro de otros, en una jerarquía englobadora indefinida. Podríamos incluso considerar a los seres vivos englobadores como recintos que facilitan un micro-ambiente necesario para la función de los seres vivos englobados.

Dentro de las células, existen orgánulos (pequeños órganos), como el núcleo, mitocondrias, etc, que se reconocen precisamente por sus membranas. Y, hacia lo más grande, encontramos los órganos, que encapsulan sus funciones y tejidos, precisamente para activarlos y protegerlos; el organismo entero se recubre de piel, faneras (caparazones, escamas, plumas, pelos) y, en la especie humana, de vestidos y prótesis.

La misma familia necesitaba un carromato, coche, etc cuando era nómada o se desplazaba, y una choza o una casa cuando se hizo sedentaria. También la tribu se organizaba en aldeas, al inicio casi circulares, con empalizadas y vigilantes en el exterior; y las ciudades se protegieron con murallas, los imperios con fronteras, etc. Incluso cuando nos adentremos en los fondos oceánicos o en los espacios siderales, nuestros descendientes se protegerán en fuertes recintos (escafandras, naves, colonias galácticas, etc).

Fijémonos en que, cuanto más frío, oscuro y hostil es el entorno ...más fuertes, sofisticadas, seguras y autónomas son las cubiertas y más cálido, luminoso y acogedor es el interior de los recintos vitales. Esto da que pensar, y se relaciona con nuestro artículo del lunes pasado: 'No protejamos tanto a nuestros niños' (+). Dentro de ciertos límites, no debemos temer la dureza relativa del entorno, pues ha sido esta 'dureza' progresiva la que, a lo largo de la evolución, ha ido impulsando la sucesiva aparición de los 'recintos de la vida'. Esto tiene consecuencias médicas, pedagógicas y morales, claro está.

Todos los seres vivos, del tamaño que sea, envuelven su espacio-tiempo de vida en membranas o cubiertas, que están dotadas de una extraordinaria inteligencia selectiva, metabólica y relacional. Son, casi siempre, dobles (una cara mira hacia el exterior y otra al interior) y ellas protagonizan ese doble flujo que posibilita la existencia de un ser vivo: 1: incorporar lo nutriente (energizador, formador e informador); 2: expulsar lo tóxico (debilitador, deformador y desinformador).

Asociados a estos dos flujos, y consecuencia de ellos, existen en los seres vivos -sean estos del nivel y tamaño que sean- dos tropismos básicos: 1: el relacional-permeabilizador (abrirse e incorporar, relacionarse con el exterior); 2: el inhibitorio-fortificador (cerrarse y rechazar, fortificarse frente al exterior). En los animales se superponen, además, movimientos básicos de ataque-proyección y de huida-evitación que les son correspondientes.

Este doble flujo genera y mantiene la diferencia cualitativa que constituye al ser vivo que, por definición, es algo que se diferencia de un entorno más pobre y agresivo. Sin ese doble flujo no puede existir VIDA, sea esta del tipo que sea (vegetativa, emocional, racional, político-moral, espiritual, etc) y esto es algo que tiende a olvidarse hoy en día, sobre todo en el campo de la enseñanza.

Cuanto más vivo es un ser, mayor es el numero de 'capas' que le separan de su entorno exterior y más se diferencia de este. Y cuando más degenerado y muerto esta un ser, menos se diferencia. La muerte total es la total destrucción de flujos y membranas, la completa desaparición de diferencias entre el 'adentro' y el 'afuera'. Un cadáver terminará convirtiéndose en polvo entre el polvo.

Hoy en día se observa una tendencia a desdibujar diferencias de cualquier tipo: entre jóvenes y viejos, hombres y mujeres, maestros y discípulos, lo privado y lo público. Es una tendencia preocupante, cuando se extralimita. Cuando todas las barreras se hayan horadado y todas las diferenciaciones hayan desaparecido entonces, sencillamente ...habremos muerto.
 

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