Las Simetrías de la Vida
La
Vida
es una de las manifestaciones más altamente organizadas y sorprendentes
del Universo. Es, además, una de las más hermosas. Nos quedamos
maravillados, extasiados, ante las expresiones multicolores de la vida,
porque probablemente reconocemos dentro de ellas los
patrones ocultos de
los que estamos hechos, que nos constituyen y que nos nutren. Y uno de
esos patrones ocultos, intensamente bellos, es el de la
Simetría.
La
vida, cualquier forma de vida, se asienta en simetrías, expresa simetrías.
La simetrías más abundantes son las dobles o
binarias
(el ser humano y los vertebrados, la mayor parte de invertebrados). Se las
llama también bilaterales o especulares porque, si un espejo vertical nos
cruzase por el centro, de atrás hacia adelante, la imagen de cada lado
completaría la del otro. En los embriones las simetrías son casi
perfectas, aunque después, en el desarrollo, en cada lado se superponen
pequeñas diferencias, pero esto no rompe el patrón de simetría de fondo.
Pero no sólo existen simetrías dobles,
si no también simetrías pentagonales (estrellas de mar) octagonales
(pulpos), esféricas (erizos), helicoidales (caracoles), etc. En todas
ellas encontramos una característica común: la fascinante
Belleza.
La Vida es, en efecto, una gran
Artista. Ama tanto las simetrías, que no es sorprendente que cada una de
las partes simétricas contenga, a su vez, nuevas simetrías, en sucesión
indefinida, lo que los matemáticos llaman 'Fractalidad'.
Así, por ejemplo, un brazo es simétrico del otro: un espejo podría pasar
por su eje, y por el centro del dedo corazón; pero cada dedo, a su vez, es
el despliegue de otra simetría binaria, etc.
También podríamos plantear ascendentemente
la fractalidad: cuando vemos algo simétrico en la vida, aparentemente
completo, debemos preguntarnos si no será parte de una simetría mayor que
la engloba: un dedo tiene su simétrico en otro dedo, un brazo en otro
brazo; el mismo organismo entero tiene su simétrico en el otro cónyuge,
dentro de la familia. Así podríamos ascender a las tribus, culturas,
ecosistemas, planetas, sistemas estelares, galaxias, etc. Todos ellos
expresan diversos tipos de simetrías, a veces binarias, a veces múltiples,
a veces esféricas, etc
Estas son simetrías en el espacio,
pero también existen simetrías en el
tiempo. El anciano es
el simétrico del niño, el reposo de la vigilia, el crepúsculo del
amanecer, el flujo del reflujo, el sueño de la vigilia, etc. Son más
desconcertantes y enigmáticas estas simetrías, pero no menos bellas y,
sobre todo, no menos sabias. Su belleza y sabiduría no puede ser captada
al instante (en simultaneidad o sincronía),
si no que necesita ser captada con el paso del tiempo (en sucesión o
diacronía);
cuando nos hacemos viejos, la vida nos da un bonito regalo: 'la
experiencia'; con ella podemos captar la sabiduría y belleza de las
simetrías diacrónicas, algo que se les escapa a los jóvenes.
También existen simetrías
funcionales
y, de hecho, todas las que hemos citado, además de espaciales o
temporales, son funcionales. El padre es un simétrico funcional de la
madre, el abuelo del nieto, el día de la noche, etc. Avancemos un paso
más: la muerte es el simétrico del nacimiento, el deterioro es el
simétrico del desarrollo ...y la enfermedad es el simétrico de la salud.
Juntos 'componen' una sabia Función, que esta al servicio de un 'objetivo'
o Finalidad.
En las simetrías, cada simétrico necesita
del otro, de su recíproco o conjugado, para que la función y su
objetivo permanezca asegurada y constante. De hecho, los matemáticos y
físicos definen las simetrías de una forma sorprendente: "A es simétrico a
B, cuando su operación o composición origina algo constante (K)".
En las anteriores simetrías, el valor de esa
misteriosa constante (K) es fácil de intuir: es la Vida, pero escrita así,
con mayúscula, no con minúscula.
Pero se nos esta acabando la pagina, y de
esto, que tiene más enjundia, hablaremos otro lunes.
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