Según indicó un reciente estudio, los padres que no quieren que
sus hijos tengan relaciones sexuales riesgosas deberían darle
prioridad al tiempo en familia
Los adolescentes que participaron en actividades familiares tenían
relaciones sexuales con menos frecuencia, protegidas y con menos
parejas, halló el equipo dirigido por la doctora Rebekah Levine
Coley del Boston College.
La mayoría de los estudios sobre cómo los padres cuidan a sus
hijos y el comportamiento sexual adolescente sólo analizó si los
adolescentes tenían o no relaciones, sin incluir el nivel de
riesgo sexual adoptado, explicó Coley a Reuters Health.
Pero dado que dos de cada tres adolescentes en los Estados Unidos
tienen relaciones antes de los 19 años, ellos necesitan más
información específica para que comprendan mejor los riesgos a los
que se exponen, precisó el equipo en Journal of Adolescent Health.
Para investigarlo, y definir mejor si las cualidades de la crianza
que reciben influyen sobre el comportamiento sexual de los hijos,
y no viceversa, el equipo usó técnicas estadísticas cada vez más
rigurosas para analizar los resultados de una encuesta a 4.950
adolescentes estadounidenses, de los que 1.058 eran hermanos.
Los adolescentes tenían entre 12 y 16 años al inicio del estudio y
repitieron la encuesta cada tres años. Al comparar la calidad de
la crianza y el comportamiento sexual entre hermanos en el mismo
hogar, el equipo pudo descartar relaciones posibles entre causa y
efecto.
El equipo halló que cuantas más cenas en familia tenía un
adolescente o hacía "algo religioso" o se divertía en familia,
menos posibilidades tenía de desarrollar conductas sexuales
riesgosas. Con todo, tener un padre o una madre con una conducta
"negativa y psicológicamente controladora" elevó la posibilidad de
que un adolescente tuviera relaciones sexuales riesgosas.
Eso incluye "criticar las ideas de los adolescentes y controlar y
dirigir lo que piensan y sienten", explicó Coley. "Un estilo de
crianza negativo y psicológicamente controlador inhibiría el
desarrollo adolescente de autoeficiencia e identidad, interferiría
con la capacidad de tomar decisiones maduras y responsables y
afectaría el desarrollo de relaciones sanas, lo que aumentaría la
posibilidad de que los hijos adopten conductas riesgosas",
sugirieron los autores.
Por otro lado, agregaron, las actividades familiares son "un apoyo
básico para los hijos porque es una oportunidad para que reciban
afecto, puedan comunicarse y se transmitan valores y creencias".
Los resultados demuestran, dijo Coley, que "lo que los padres
hacen con sus hijos adolescentes es muy importante".