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LÉXICO

DOMINGO

En la recitación que aprendimos en la escuela, el último día de la semana es el domingo; como debe ser en nuestra cultura (en las lenguas latinas). En cambio la recitación inglesa y la alemana empiezan por el domingo (sunday, sontag), que en esas lenguas es, y también lo fue en latín, el día del Sol. Nuestra semana es romana de lunes a viernes (el lunes, dedicado a la Luna; el martes, a Marte; el miércoles, a Mercurio; el jueves, a Júpiter; y el viernes, a Venus); es judía el sábado (que los romanos tenían dedicado a Saturno) y es cristiana el domingo. El orden de los días de la semana es también característico de judíos y cristianos. En el orden judeo-cristiano de la semana, los días de trabajo preceden al día festivo, el día del Señor, en recuerdo de la obra de la Creación, como explica la propia Biblia, que hizo Dios en seis días y el séptimo descansó. El trabajo precede al descanso; no a la inversa. Cuando no está presente esta idea, el orden de preferencia lo establece la jerarquía de los titulares de los días; por eso en la semana romana, alemana, inglesa, etc. es el día del Sol el que inicia la semana. Y esto a pesar de que en la liturgia es la dies Domínica (en latín, día es femenino) la que inicia la semana; los demás días, excepto el sábado, se llaman "ferias", nombres que puso el papa san Silvestre para evitar los nombres paganos de los demás días. Digo que en la liturgia el domingo es el primer día porque al lunes se le llama "feria segunda", y así sucesivamente hasta el viernes ("feria sexta"), con lo que está claro que el ordinal primero corresponde al domingo, aunque no se le nombre con él.

En cuanto a la denominación, partimos del adjetivo latino domínicam, que iba acompañado de díem. Esta última palabra era tanto masculina como femenina; en el latín eclesiástico tiene siempre este género; en cambio en el latín vulgar se prefirió el masculino; con lo que el domingo de las lenguas romances no procede del diem Domínicam litúrgico, sino del diem Domínicum vulgar, que conforme a las leyes generales de la fonética empezó perdiendo la vocal débil postónica, la i átona, con lo que pasó a domíncum; perdió luego la m final, luego cerró la u en o, dando domínco; y finalmente sonorizó la c convirtiéndola en g, con lo que llegamos al actual domingo. El dies se conservó en unas lenguas (provenzal, catalán, francés) y se perdió en otras (español, italiano). Y está presente también en las semanas del grupo anglogermánico (aunque no sean iguales los nombres de los días). Esto ha sido determinante para que en el español que se habla en América se diga "día domingo", "día lunes", etc. En cuanto al domingo, también en inglés se usó la denominación cristiana del domingo: the Lord’s day, el día del Señor, junto a la de sunday (el día del Sol). Este fenómeno se repite en otras lenguas del área anglogermánica. Los romanos, sin haber tenido bien clara la idea de la semana de siete días hasta que la generalizó el cristianismo (tenían su propia división del mes en tres partes: calendas, nonas e idus, en vez de las cuatro que resultan de la división en semanas) llamaban al primer día de la semana dies Solis, y también primus dies septimanae (en este caso, dies es masculino). En la tendencia a nombrar los días de la semana por la cadencia de los mercados (días de feria), presente en muchas culturas, o por los nombres de los dioses, en la nuestra prevaleció finalmente la de los dioses, presidiéndolos a todos el Dios de Dioses, El Señor.

Mariano Arnal

 

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