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LÉXICO

TERAPIA 

Cuando oímos esta palabra, la asociamos de inmediato con la expresión propia de la psicología y la psiquiatría “terapia de grupo”. Es un sistema en el que en vez de tratar al enfermo individualmente, se le incorpora a una actividad terapéutica en grupo. En cambio si hablamos deterapéutica, entendemos que se trata de un aspecto menor de la medicina, que no atiende directamente a la curación de las enfermedades, sino más bien a su alivio y a los cuidados que requiere el enfermo para soportar sus achaques. Quizás estaríamos muy cerca del valor de uso de las palabras si dijésemos que el objeto de la medicina es la enfermedad, mientras que el objeto de la terapéutica lo es el enfermo. Esto nos lleva a la constatación de que muy difícilmente encontraremos un médico que no tenga algo de terapeuta, ni un terapeuta que no tenga algo de médico. Los terapeutas están excluidos del ejercicio de la medicina propiamente dicha; los médicos en cambio pueden ejercer toda clase de terapéuticas. Esto es así porque la medicina es la disciplina amplia que engloba a la terapéutica, y quien puede lo más puede lo menos, pero no a la inversa. 

Si atendemos a los apellidos que se le han asignado a la terapéutica, veremos que es inseparable de la medicina: se habla en efecto deterapéutica médica y terapéutica quirúrgica. Esto es estirar el nombre hasta convertirlo en sinónimo de medicina; y tampoco es eso. Si nos hablan en cambio de talasoterapia, de fisioterapia, de hidroterapia, de helioterapia, e incluso de terapia alimentaria dietética (absorbida últimamente por la medicina), nos sentimos en el reino de la terapéutica. 

¿De qué hablamos pues, cuando usamos las palabras terapia y terapéutica? Si vamos al origen, que no nos lo podemos saltar, daremos con el verbo griego qhrapeuw (zerapéuo), que significa cuidar, ocuparse de, tomar algo a su cargo, rendir culto. Su equivalente latino casi milimétrico es el verbo colo, cólere, cólui, cultum, con el que se expresa toda clase de cuidados y cultivos, incluido el culto religioso. Hago esta referencia al latín porque a los hablantes de lenguas románicas nos facilita mucho la comprensión el entrar en nuestra área de competencia lingüística. Y ahondando un poco más en el término griego, los etimologistas se inclinan a pensar que el punto de partida de todo este lexema es su significado relacionado con el culto religioso, y que de ahí pasó a los demás campos, incluido el sanitario. 

Y volvemos a las conductas rituales, sacramentales, sagradas por tanto, como fuente de salud. Vuelven a ser por una parte la fe en la gracia salutífera de los hábitos y ritos, y por otra la fidelidad a esas prácticas, la que nos garantiza el mayor nivel de bienestar, sobre todo en la enfermedad. Volvemos a la salud del templo de Esculapio, de carácter totalmente terapéutico. Y como algo próximo a ese concepto primario de la salud, se conciben y se difunden las medicinas naturales (llamadas también alternativas). Al fin y al cabo las hierbas, el sol, el mar, la naturaleza, los emplastos y masajes, las normas de alimentación, son los núcleos en torno a los que se organiza un auténtico culto que diríamos en término latino, una terapéutica si hablamos en griego, y unos hábitos con los que nos curamos en salud, si hablamos en español. 

Mariano Arnal

 

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