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LÉXICO

CONSTITUCIÓN

En la raíz latina st-, extraordinariamente prolífica, se recoge la idea de estabilidad que tenemos representada en el verbo stare, que significa estar de pie, quieto, sin moverse, de donde se pasa al sustantivo statio, con el que se designa la acción de estar quieto y la de pararse (estación); de ahí se pasa al sustantivo statua (estatua) y al verbo statuo (establecer), de cuyo supino statutum derivamos la idea y la palabra "estatuto". Al añadirle cualquier prefijo a la raíz stat se modifica en stit (restituo, constituo, instituo, substituo, destituo, prostituo). Constitutio, que en español nos da Constitución, está formada por el prefijo con, que cuando no es de compañía (y en este caso no lo es) sirve para reforzar el significado de la raíz a la que acompaña, más la sustantivación del verbo statuo / statutum, que nos da statutio (establecimiento, fijación), y que con el prefijo con, nos da constitutio, que transcribimos y traducimos como constitución y significa establecimiento firme y sólido de algo. Es decir, el contrario de inestabilidad, provisionalidad, movilidad...

Se entiende diáfanamente que un Estado (Status), es decir una organización estable de ciudadanos, se dote de una constitución que garantice la estabilidad de las reglas del juego tanto de puertas afuera como de puertas adentro y por tiempo infinito, es decir no limitado (en el sentido más estricto de la palabra, que no significa que no tenga límites, sino que no se los ponemos nosotros). Es la condición indispensable para sentirse seguro dentro de las fronteras territoriales y jurídicas de un Estado y para no andar discutiendo a tiro limpio cuáles son mis derechos tanto territoriales como ciudadanos, y cuáles los tuyos. Y por lo mismo se entiende igual de diáfanamente que quien va de aventurero por la historia, quien entiende que los tiros son una forma legítima de reivindicar unos ciudadanos a otros ciudadanos derechos territoriales y de ciudadanía, (discutiéndose tan sólo su oportunidad y conveniencia) se entiende perfectamente que ese tal no sólo no esté por la estabilidad, sino que ponga todos sus afanes en romper la constitución y la estabilidad que ésta aporta, porque justo ahí está su mayor provecho. Y se entiende igualmente la táctica alternativa de corromper en vez de romper. Se tarda más, pero los efectos son más duraderos. Es mucho más fácil restaurar algo roto (rompido) que algo co-rompido. Romper o corromper, he ahí el dilema nacionalista.

Y la Constitución española, que se inventó para la estabilidad y la seguridad tanto política como jurídica, está co-rompida. Tiene tantas lecturas como lectores. Y por si fuera poco, un Tribunal Constitucional que recibe lecciones de lectura de la tribu que en cada momento blande la palmeta. Los patricios, al redactar la Constitución, no tuvieron el valor de fijar las reglas del juego. Ni lo tuvieron luego los gobiernos ni el parlamento, con lo que instituyeron la inestabilidad, en tránsito a no se sabe dónde. Los que están por romper la Constitución y el Estado dicen que no es la suya, y que hay que cargársela. Los que están por corromperla dicen que aún no se han acabado todas las lecturas. ¿Para este viaje tantas alforjas?

Mariano Arnal

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