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LÉXICO DE AMOR Y SEXO. ÍNDICE

Índice temático sobre Amor y Sexo:

CUMPLIDO

Para los deberes de cortesía se inventaron los cumplidos. Para definirlos, hay que empezar por el origen: cumplir viene del latín complere, derivado de plenus que a su vez está asociado con el griego plhrhV (pléres), que significan uno y otro, lleno o más bien llenado; porque el adjetivo plenus, a, um es participio perfecto pasivo de pleo, plere, plenum (el supino, que los diccionarios silencian, tuvo que ser plenum; ¿de dónde sale, si no, el adjetivo verbal plenus?). Este verbo lo recogen los diccionarios como arcaico; y en efecto, apenas se usa, y deja lugar a los compuestos complere, explere, implere, replere, supplere. De ellos, el primero, complere, ocupó el lugar del verbo simple, funcionando el prefijo con (en este caso, transcrito cum) como intensivo.

Está claro que se ha bifurcado plenus en la forma evolucionada a lleno, que mantenemos en el adjetivo y en los verbos llenar y rellenar; y el mantenimiento de la raíz ple en completar, cumplir, repleto, suplir, suplemento, y el modernísimo implementar. Pero hay que observar cómo se distancian los significados, según que los términos estén formados con la raíz llen o con la raíz ple. La primera sigue manteniendo su valor original físico de llenar; la segunda, en cambio, tiene un sentido inmaterial, y eventualmente metafórico.

Un cumplido es, según María Moliner, una atención dedicada a una persona a la que se quiere mostrar consideración ("No me gusta que me tratéis con tantos cumplidos"). Alabanza dirigida por amabilidad a una persona o a una cosa suya ("No hubiera sobrado que le hubieras dirigido algún cumplido a su hija / al traje nuevo /"). En la acepción sustantiva añade como sinónimos atención, ceremonia, pamema, pamplina. Y las expresiones de cumplido y por cumplir. En la forma adjetiva, entre otras definiciones da ésta: "Se aplica a la persona que cumple, hasta con exageración, todas las reglas de la cortesía ("Me extraña que no me haya felicitado N., con lo cumplido que es).

En la pareja hay un reparto de papeles en cuanto a las formas gramaticales de este verbo. De la mujer se espera especialmente que cumpla; del marido, que sea cumplido. Digo especialmente, porque difícilmente se aceptan los cumplidos de la mujer, si no van precedidos del cumplir. Y los cumplidos del consorte son la forma de cumplir, la manera de equilibrar los platillos de la balanza. A la hora de cumplir, la mujer tiene muy claras las prioridades: primero cumple con la casa, y luego, si se dan una serie de condiciones, con el marido. Pero nunca a la inversa, ¡faltaría más!

Esa sería una incitación a mantener un reparto desequilibrado de las cargas domésticas. Queda en pie el eterno problema: el empeño del hombre en llamar amor a toda actividad sexual; porque como ocurre con la comida, que lo mismo es tanto más sabroso y aprovecha tanto más, cuanto mejor es la compañía, así también en el sexo: lo mismo es tanto más satisfactorio cuanto mejor y más completo es el compartir. Por eso el cumplir es tan sólo una aspiración sucedánea del compartir. Porque, he ahí la paradoja, el cumplir, a pesar de que por su origen tendría que significar plenitud, no deja de ser un vacío que se llena de cualquier manera, para salir del paso, para evitar conflictos; y correlativamente, tampoco los cumplidos expresan de por sí ninguna plenitud, sino que acaban siendo un ritual de conducta que suple la auténtica plenitud con la que todos soñamos.