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DEL DIA A DIA
EL DÍA DE MERCURIO
. Enseñanza

IDIOTECES LÉXICAS

Hay que recordar que los griegos fueron los inventores del concepto de idiota, una de las varias concreciones del grupo idio-, que significa uno mismo, de uno mismo; por oposición a lo común, a aquello que une a las cosas con las demás de su género, o al hombre con los demás de su comunidad. Cuando llegamos al género idiota venimos a decir que aquel a quien así calificamos, de tanto pensar sólo en sí mismo, o de creer que no hay más manera propia de ser que la suya, se ha pasado de rosca y el empeño exagerado por ser él, distinto, sin poder formar parte de un género o una especie o un grupo más amplios, le ha perjudicado. Las idioteces propiamente dichas, retomando el sentido genuino y no insultante de la palabra, serían aquellas cosas en que uno se comporta como si no hubiera más interés que el suyo privado, como si no tuviera un entorno, como si no estuviera formado también por su circunstancia, es decir por aquello que le rodea. No reconocer que los demás también tienen identidad es una perfecta idiotez. Empeñarse en que los demás tengan que retorcer su identidad de forma ridícula para reforzar la propia a su costa, es estar pasando una grave crisis de idiotez. Quien de forma tan ridícula acepta que le recorten su identidad, es que pasa también por una grave crisis, pero de estupidez (ver web). Viene esto a cuento de algo tan difícil de digerir como que nada menos que las cortes españolas hayan dictado normas léxico-ortográficas idiotas por parte de quienes las propusieron (los nacionalistas catalanes), y estúpidas por parte de quienes las aceptaron (los cortesanos del resto de España). Sólo nos faltaría que en el parlamento europeo (a imagen y semejanza de lo que se hizo en el parlamento español) cada país impusiera a las lenguas de los demás países de la Unión, la renuncia a los nombres toponímicos asimilados y por tanto modificados según las propias reglas analógicas, y les hiciera pasarse a la grafía y la pronunciación originales de los respectivos países. Así, estaría prohibido por ley decir y escribir Spain, Espagne, Spanya, etc., y en su virtud todos los países de la Unión estarían obligados a escribir "España", a introducir la ñ en sus alfabetos y en sus teclados, y a espabilarse para pronunciarlo de forma aceptable. Del mismo modo nosotros tendríamos que proscribir de los diccionarios y de los documentos, Francia, Alemania, Inglaterra, Escocia, Londres, Bruselas… y en su lugar escribir y decir con pronunciación al menos voluntariosa, France, Deutschland, England, Scotland, London, Bruxelles, etcétera. Como dice Horacio, ¿risum teneatis, amici?, ¿podríais contener la risa, amigos? Pues eso somos unos y otros, el hazmerreír de una Europa que nos contempla atónita. Si con estas muestras de idiotez y estupidez (por favor, no son insultos, consulten en la web el auténtico significado de estas palabras) vamos a construir Europa, no están nada mal las alforjas, o las albardas. Dicen los que pretenden saber ortografía moderna, que los nombres no se traducen. Es un lujo que no estaría nada mal si todos fuésemos omníglotas (entonces sí que estaríamos en una lengua única, síntesis de todas las lenguas del mundo; lo que ocurre es que no tenemos cerebro para tanto); la lengua latina tradujo no sólo los nombres, sino también los apellidos de otras lenguas. Fue así como los hizo comprensibles y pronunciables, y gracias a esto los universalizó. ¿Adónde iríamos a parar con el football, con el beefsteak, y con tantas cosas así?

EL ALMANAQUE atiende hoy al fenómeno de la asimilación léxica.