ÁTOMO
Nunca hubiesen imaginado Leucipo (autor de El gran orden del
universo y de Acerca de la mente) y su discípulo Demócrito que sus puras
especulaciones filosóficas iban a dar tanto de sí. Hervía en toda Grecia la pasión por
conocer, pero sobre todo por dar razón de las cosas. Ya Anaxágoras, una generación
antes, en su tratado Sobre la naturaleza había desarrollado la teoría según la
cual toda la materia está formada de lo que su comentarista Aristóteles llamó homeomerías
(un sinónimo de átomo), es decir partes iguales combinadas de diferentes formas. Todos
andaban buscando la materia única de la que las cosas no son más que formas y
combinaciones distintas. Insistieron, pues, los que luego fueron llamados atomistas,
en que la divisibilidad hasta el infinito (la que planteaba Zenón de Elea en sus famosas
aporías de Aquiles y la tortuga, la flecha, etc.) si bien era posible en el plano
abstracto, era imposible aplicada a la materia. Que tenía que llegar por tanto un momento
en que ya no fuera posible seguir partiendo las cosas: y que llegados a ese punto,
habríamos dado con el elemento constitutivo de toda materia. A esta unidad ya
indivisible, se le dio el nombre de átomo.
Era poner los cimientos de una idea tan
potente como la dialéctica de lo simple y lo compuesto: si mediante sucesivas divisiones
se iban des-componiendo las cosas (porque sólo es divisible lo que es compuesto, sea de
partes sea de elementos), había que llegar finalmente al elemento simple, al indivisible
por no ser compuesto. El átomo es ese indivisible. AtomoV (átomos), que decían los griegos. Es la negación de tomoV, (tómos) mediante la a privativa.
Llamaban tomoV, (tómos) al trozo partido, a la
parte, a la porción, al fragmento. Se llamó así en especial al trozo de papiro o de
pergamino; de ahí nació nuestra palabra tomo que en latín se llamará volumen
(de volvo, volutum), atendiendo a que está enrollado. Tiene también valor
adjetivo, generalmente aplicado a la palabra, con el significado de cortante, tajante,
claro, preciso. Ya de paso hay que indicar que entomología procede de entomoV, (éntomos), traducida al latín como in-sectus (con un corte entre la
cabeza y el abdomen-): ta entoma zwa (ta éntoma tzoa), los animales
seccionados, los llamó Aristóteles. Tomh, (tomé)
es la escisión, el corte por ablación (se usó especialmente para referirse a la
castración). El adjetivo atomoV, (átomos) lo usaban los griegos
habitualmente para referirse a la pradera sin segar o a la barba intonsa, y lo
aprovecharon los filósofos para denominar la partícula de materia definitivamente
simple, que era imposible dividir no por su exigüidad, sino porque si se rompía la
unidad de materia, ésta dejaba de ser materia para convertirse en nada. Por eso la rotura
del átomo (la división de lo indivisible), en vez de contradecir la teoría atómica, la
confirma. Porque esa división (fisión de fíndere, hender-) sólo
violentamente puede hacerse, y constituye la más extrema agresión contra la materia.
Incluso la compleja estructura del átomo, formada por numerosas partículas distintas, no
contradice la indivisibilidad, sino en todo caso la simplicidad, que no es la esencia del
atomismo. La destrucción del átomo desencadena una increíble "liberación" de
energía (una fuerza que trabajaba hacia dentro). Una fuerza de cohesión ingente, que
nunca podríamos imaginar cuánta es si no fuese porque se muestra en toda su fuerza
destructiva al romper el átomo.
Mariano Arnal
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