PROSTITUCIÓN
Pro-sto, pro-stare, significa estar delante, estar expuesto, ponerse a la vista,
y de ahí estar expuesto para la venta, estar en venta. Sto, stare, statum
significa estar parado, estar quieto, estar fijo. Pro significa delante, a la
vista. Prostare es un verbo de situación. Su correlativo de acción es pro-stituo,
pro-stituere, pro-stitutum y significa colocar delante, exponer, poner a la vista,
poner a la venta. La diferencia entre stare y statuere es, pues, que en el
primer verbo se describe una situación y en el segundo una acción. De este se han
formado multitud de derivados: estatua, establecer, institución, constitución, estatuto,
restituir, sustituir, prostituir... en los que tenemos el valor del prefijo, más el de
poner, colocar. La palabra prostitución se ha formado no a partir de stare
(estar), sino a partir de statuere (colocar), lo que determina que hay alguien que
la prostituta es un sujeto paciente, es decir que hay tras ella un agente, alguien que la
expone, que la pone a la venta, alguien que trafica con ella. Esta idea está en plena
consonancia con el término griego porneia (pornéia) del que hemos formado la palabra pornografía (ver web); por cierto, para los
griegos pornograjoV (pornográfos)
era el que escribía acerca de la prostitución (olvidé indicarlo en su momento). En
ambos subyace la idea de venta. Digamos que prostituir no es directamente vender, sino
más bien exponer para vender, poner a la venta.
Pero el prefijo pro es muy versátil (prueba de ello es que aporta a las
palabras que lo llevan, significados muy diversos). Además de delante, significa en favor
de, en proporción a, en razón de, en lugar de, en calidad de... Es precisamente este
valor el que vemos reflejado en los demás significados de prostituir, ya desde el mismo
latín. Así significa también adulterar (en su momento trataré del adulterio); se dice
especialmente de los alimentos, y en esta expresión se encierran tanto la idea de
degradar, como la de dar gato por liebre, una cosa en vez de otra. En el término
prostitución subyacen juntas la idea de venta, de sustitución, de degradación, de
envilecimiento. Y fue precisamente el sentido de la infidelidad, de la sustitución de la
mujer legítima por una prostituta, una metáfora que usó insistentemente la Biblia,
empleando incluso como sinónimos perfectamente intercambiables las palabras prostitución
y adulterio, para referirse al abandono de la religión propia por las de los pueblos
enemigos. Pero con una especial connotación, y es que esas religiones practicaban lo que
se llama la prostitución sagrada (entregaban sus hijas a los dioses para que
sirvieran en el templo en calidad de prostitutas) y los sacrificios humanos,
con lo que la infidelidad a la propia religión conllevaba la prostitución y los
sacrificios humanos, tributo que exigían los dioses filisteos a sus fieles. En esta
institución se encierra una incógnita que sería muy interesante de despejar: ¿no
serían los templos el último reducto de la ganadería humana, como lo fueron del consumo
de carne humana? ¿No podría ser que la prostitución sagrada tuviese como objetivo
proveer al templo de las víctimas humanas que éste necesitaba para su culto más
solemne? Las prostitutas sagradas eran llamadas vírgenes (parqenoV
/ parzénos), y sus hijos, "virginales" (parqenioV / parzénios). Da que pensar.
Mariano Arnal
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