HARÉN
Del árabe harem (y también haram). Significa "cosa sagrada",
"cosa prohibida". Tiene como institución un interés antropológico
extraordinario, puesto que en él se reproduce la misma estructura social que en los
rebaños: la totalidad de las hembras están bajo el dominio de un solo macho, el más
poderoso. El nombre nos lleva a relacionarlo con otras instituciones también sagradas,
entre ellas la que los judíos llamaban prostitución religiosa, en la que mezclaban el
concepto de infidelidad al Dios de Israel y el de disponibilidad sexual de las mujeres en
el templo. El tema es muy atractivo, así que recurro a mi amigo Patrick, licenciado en
lenguas semíticas, para que me explore el campo léxico del que forma parte el harén. He
aquí el resultado de sus pesquisas: el verbo árabe harum significa ser sagrado,
ser tabú, estar prohibido, consagrar, respetar. Los actuales nombres de la esposa y del
campus universitario proceden de esa misma raíz. En fenicio haram es consagrar,
dedicar al templo. En siríaco se orienta hacia el área de lo sagrado en la palabra: la
forma sustantiva significa juramento, consagración; y la forma verbal, maldecir, jurar,
hacer votos. Continúa el campo léxico hacia la prohibición, lo criminal, la crueldad.
También la serpiente está en este campo (conviene no perderla de vista). Finalmente en
acadio tenemos el término harimtu, en el mismo grupo léxico, con el significado
de prostituta. Con la advertencia de que en Babilonia la prostituta es una figura sacra.
Toda esta información léxica deja planteados varios interrogantes: si el harén
comparte lexema con todo un campo sagrado, ¿no tendrá un origen sagrado? ¿No será el
harén la forma laica de una institución religiosa? Vamos por partes:
Todo lo que es sagrado es prohibido, y protegido por tanto de la profanación. De ahí
que todo recinto sagrado esté cercado, enclaustrado. Eso explica que en árabe, igual que
en nuestras lenguas, el lugar encerrado por antonomasia, el claustro, sea además el lugar
sagrado. En español, esta idea está recogida para el harén en su sinónimo serrallo,
procedente del italiano, que expresa la idea de lugar cerrado. Otro aspecto sorprendente
del tema es que mientras en occidente se recurrió al enclaustramiento religioso de un
gran contingente de mujeres para sustraerlas de la actividad reproductora, en el área
musulmana se produjeron también notables encerramientos de mujeres en los serrallos,
quizá con un nivel menor de reproducción. Pero lo más sugerente es la posibilidad de
que el harén sea heredero de una institución sagrada. Teniendo en cuenta que en los
templos vivían consagradas a los dioses y con funciones sacerdotales previsiblemente un
número de mujeres bastante considerable, a juzgar por la reiteración de la Ley de
Moisés en prohibir esta práctica a las israelitas; y si observamos además que la otra
gran abominación que condenaba Yahvé era la entrega de los propios hijos para ser
sacrificados en los altares de los dioses extranjeros, es razonable sospechar que las
primeras proveedoras de estos dignísimos sacrificios serían las propias sacerdotisas que
estaban al servicio del templo. Si la población normal venía obligada a presentar sus
hijos en el templo, porque se consideraban propiedad de los dioses, y había que rescatar
mediante otras víctimas los que no se sacrificaban, es obvio suponer que los frutos de la
llamada prostitución sagrada serían sacrificados a los dioses ávidos de sacrificios
humanos.
Mariano Arnal
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