click here!
EL DIA A DIA

BLAIR RECOMIENDA LA CASTIDAD A LOS ADOLESCENTES

Los responsables de la educación del Reino Unido están alarmados por el exagerado número de adolescentes embarazadas (de 16 años para abajo) que tienen cada año. Alrededor de veinte mil. Esto significa que las insistentes campañas que recomiendan y encarecen el uso del preservativo, dando todo género de facilidades, regalándolo incluso en la escuela y procurando que lo tengan lo más a mano posible, no han surtido el efecto que se esperaba, con lo que tienen metido el miedo en el cuerpo sobre el segundo y más temido efecto de la promiscuidad sexual a pecho descubierto: el sida, cuyo desarrollo es más lento que el embarazo, y que por consiguiente tardará años en manifestarse. Así que han decidido volver la mirada hacia las revolucionarias e innovadoras ideas que sobre educación sexual vienen ensayando sus hermanos de América desde hace ya bastantes años, con unos resultados excelentes, según cantan las estadísticas. Se trata nada más y nada menos que de recomendar ese eficaz preservativo de embarazos y enfermedades venéreas que siempre se llamó abstinencia o castidad. Si en vez de promover esta campaña Toni Blair, el paladín de la izquierda europea (fuera por tanto de cualquier sospecha de conservadurismo y de clericalismo), hubiese sido Aznar el protagonista de semejante ocurrencia, los anatemas, las iras, las guasas, las ironías y todo género de sarcasmos estarían llenando los medios de comunicación y las aulas; de manera que semejante campaña en vez de tener efecto disuasorio, acabaría convirtiéndose en una mayor incitación al sexo desde la más temprana adolescencia. Centros habría incluso en que el profesorado, tan progresista, lucharía por defender uno de los más insignes triunfos del progreso y encontraría la manera de boicotear o al menos de contrarrestar la campaña, suministrando a los alumnos dosis concentradas del progresismo de toda la vida. Pero hoy el progreso tiene dos nombres: Clinton en América (le preparó el camino Reagan), y Blair en Europa. Y si los más progres del mundo dicen que hay que ir por ahí, habrá que hacer un acto de fe y creer que esos son los nuevos e insondables caminos del progreso. Pero no seamos hipócritas, no nos vayamos a engañar: a quien se trata de educar no es a los, sino a las adolescentes; porque desde que el mundo es mundo, la conducta sexual resultante en una sociedad, no depende de la educación de los jóvenes y adultos, sino de la que reciban las adolescentes y las mujeres. Refresquemos la memoria: no sólo en la moral sexual cristiana, sino también en la islámica, y en general en cualquier otra, el hombre queda al margen, como no incurra en flagrante violencia con la que no es su mujer. El peso de la conducta sexual ordinaria pesa sobre ella, y a ella le piden cuentas la religión y la sociedad. Y eso es así porque ella es la reguladora real de la actividad sexual. Se trata por tanto de influir en la oferta, que la demanda no hay manera de modificarla de forma sensible, por más educación y moral sexual masculina que se predique. En fin, los progres lamentarán la pérdida de un terreno tan duramente conquistado por ellos a las progres, al que convinieron ambos en llamar libertad sexual o más románticamente amor libre. Pero que no era igual de libre para ellos y ellas.

EL ALMANAQUE examina hoy de nuevo el concepto de oferta sexual, que es, mucho más que la demanda, la clave de la educación sexual y de la conducta resultante.