SANTORAL-ONOMÁSTICA

Santos del día 14 de mayo

Matías apóstol; Isaac, Víctor, Corona (Estefanía), Félix, Cecilio, Poncio, Isidoro, Justa, Justina y Enedina mártires; Bonifacio, Claudio, Pacomio el joven y Pomponio obispos; Miguel Garicoits fundador; María Dominica Mazzarello fundadora de las Hijas de María Auxiliadora.


JÉSICA

Nombre cuya procedencia más reciente son los países anglófonos, de larga y profunda tradición bíblica; de ahí que las grafías más habituales sean Jésica o Jéssica, conservando al máximo la forma original, aunque en español hay que pronunciar inevitablemente Yésica, que es la grafía que se está imponiendo tal como el nombre va adquiriendo carta de naturaleza en nuestro idioma. Su origen es hebreo, de la familia de nombres como Iesaí, Iesuá, Iesué, Iessé, en los que subyace la idea de Iehouá en el primer elemento del nombre, y la de ayuda, salud, fortaleza, salvación en el segundo; el objetivo de este grupo de nombres era atraer y hacer presente la ayuda de Dios o la fortaleza y la salvación que se obtienen gracias a Él. A partir del nombre de Jesé, se formó el femenino Jésica. Jesé, al que en el Antiguo Testamento se le llama también Isaí, adquirió una relevancia extraordinaria por ser el padre de David, la raíz del árbol del que nacería Jesús. Si atendemos a la rama escocesa de este nombre, hemos de interpretarlo como hipocorístico de Jesse, es decir Juana. En este caso las raíces del nombre son otras, pero también extensas y profundas. El interés creciente por salirnos de la onomástica estrictamente hispana, ha dado un gran auge a nombres tradicionales como el de Juana o su hipocorístico Juanita, pero en forma incomparablemente más bella y sugerente, gracias a la eliminación de las barreras de acceso a los otros idiomas, que permiten llevar con nueva gracia nombres tradicionales.

Como iconografía relativa a su nombre, las Jésicas disponen de una colección considerable de árboles de Jesé, tema de carácter alegórico en que se representa a Jesé acostado y de su vientre, de su pecho o de su cabeza surgiendo un tronco en cada una de cuyas ramas hay un antepasado de Jesús. Tienen estos árboles genealógicos todo el encanto del arte medieval, época en que mayormente interesó este tema. Disponen también las Jésicas, en el campo de la naturaleza, de una bella planta llamada la vara de Jesé, que tiene un tallo de más de un metro de altura, con hojas abrazadoras y en el extremo del tallo, flores blancas y muy olorosas. En la variedad Perla el tallo no es tan largo, pero las flores son más grandes, de un blanco deslumbrante. Si prefieren encontrar los símbolos de su nombre partiendo de su relación con el nombre de Juan, ahí tienen la luz, el sol que se detiene en su recorrido para verle nacer; el fuego, la verbena, la vida. Si prefieren un modelo femenino, que también los hay, y de gran talla, ahí está santa Juana de Arco, la mujer que tuvo las ideas claras y la fortaleza necesarias para defender su país en un momento en que los hombres se sentían incapaces. Y si se trata de Juanas menos tormentosas, ahí están santa Juana de Portugal, santa Juana Francisca Fremyot de Chantal, santa Juana Aza, madre de santo Domingo de Guzmán, y hasta una veintena de santas y grandes reinas y princesas que llevaron este gran nombre. Por eso las Jésicas tienen opciones espléndidas para celebrar su onomástica. Desde la esplendorosa fiesta de san Juan, el 24 de junio, hasta la de santa Juana de Arco el 14 de mayo (o ambas, ¿por qué no?), si lo que prefieren es celebrarlo bajo los auspicios de una gran mujer. Es ciertamente un nombre digno de celebrarse por todo lo alto. ¡Felicidades, Jésica!

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