SANTOS DEL DIA
8 DE ENERO
Apolinar
obispo; Luciano presbítero; Teófilo diácono;
Maximiano, Jilián, Eladio y Eugeniano mártires;
Severino, Paciente, Máximo, Erardo y Alberto obispos;
Severiana abadesa; Jocundo confesor.
LUCIANO
San
Luciano, llamado de Antioquía o de Samosata, (235-312) debe
su gran renombre al hecho de haber sido el iniciador del
arrianismo que tan profundamente conmovió toda la
cristiandad (los arrianos se llamaban al principio "lucianistas").
Doctrinas de las que se retractó, lavando con el martirio su
inicial desviación hacia la herejía. Nació Luciano en
Samosata, quedando huérfano a los 12 años. Para conservar y
reforzar la fe que recibiera de sus padres se retiró a Edesa,
donde vivió una vida muy austera, dedicándose al estudio de
las Sagradas Escrituras, en las que llegaría a ser uno de
los hombres más versados de la Iglesia. Al reanudarse la
persecución contra los cristianos, Maximino se propuso
quitar de en medio a Luciano, porque era un puntal
poderosísimo de la fe cristiana. Después de tenerlo 7 años
preso, viendo que nunca conseguiría hacerle abjurar de su
fe, le hizo pasar por los suplicios del martirio hasta la
muerte. Conservamos de él su importante obra exegética.
El nombre
de Luciano tuvo asimismo insignes precedentes, el principal
de los cuales fue Luciano de Samosata (125-192), filósofo y
jurista griego, que abrió escuela en Atenas, aunque murió
como funcionario en Egipto. Su característica más destacada
fue que se apartó de todo dogmatismo y de toda escuela
(había sido sofista) y propuso en toda su obra la aplicación
del sentido común a la filosofía, apartándose de todo
dogmatismo y de las extravagancias a que da lugar toda
doctrina filosófica cuando se pretende única. Cultivó todos
los géneros literarios, siendo el espíritu dominante en su
abundantísima obra, la sátira.
Este
escritor tuvo mucha influencia en épocas posteriores,
incluido el Siglo de Oro de la literatura española, puesto
que han llegado hasta nosotros la mayor parte de sus
escritos, entre ellos El elogio de la mosca, imitada por
Erasmo de Rotterdam en su obra El elogio de la locura, y por
Quevedo en muchas de sus sátiras. La fuerza cómica y
burlesca de alguno de sus fragmentos han conferido a este
autor un carácter de actualidad en todas las épocas,
incluida la nuestra.
Cerca de
una veintena de veces se repite el nombre de San
Luciano en los martirologios. Es digno de destacar
San Luciano de Vic, un joven militar romano convertido a la
fe por una doncella a la que se propuso seducir. No estando
dispuesto a renegar de la fe cristiana, fue condenado a la
hoguera. Sus reliquias fueron halladas el año 1050, siendo
el obispo de Vic Guillermo de Balsareny.
Gran
renombre tuvo en la cristiandad la abadía benedictina de
San Luciano de Beauvais, de las más
antiguas de Francia. Fue fundada hacia el 540 y cerrada
definitivamente durante la revolución francesa.
Un nombre,
el de Luciano, que ha acumulado sabiduría y
resplandor a través de los muchos y grandes hombres que lo
han llevado. ¡Felicidades! |